Comer con las manos
Un escritor tiene que aprender a superar muchos límites. Uno de ellos es el de evitar siempre mancharse las manos. Siempre queremos tener las manos limpias por si acaso. Es esa paranoica tendencia a la pulcritud que nos bloquea frente a la famosa “página en blanco”. Es el requetelimpio y ordenado cerebro izquierdo haciendo de las suyas contra el cochinete y desordenado cerebro derecho de las sensaciones. Hay que aprender a mancharse las manos sin miedo. Así que te recomiendo que, como yo hice ayer, te arrimes sin ningún pudor a CASA MINGO y pruebes ese típico pollo madrileño que Dios sabe cómo, cuando y por qué. Sin comentarios… pero si eres capaz de comerte ESO con las manos entre un batallón de camareros protestones y aburridos de trabajar que no dejan de recibir a todos los clientes con un “cerramos a las doce” habrás superado una gran prueba. Y si, mientras disfrutas de un café imaginario (es uno de esos ridículos lugares que no tienen café porque creen que así rotan las mesas más deprisa), te atreves a sacar la libreta y ponerte a escribir con los dedos pringosos… habrás superado una importante prueba en tu vida.
Menos mal que siempre quedarán lugares únicos y personales como EL JUNCO de Alonso Martinez. Oscuro, ratonero, nueve euros la copa y más humo que en Chernobyl. Pero aún así.
Próximamente, cómo superar el rechazo a escribir, subrayar y tomar notas en libros impresos. Parece que no pero, para algunos, es todo un tema…
Publicado el 28 septiembre, 2008 en Artematopeya, Nacho A. Llorente, Talento, arte y creatividad, _Persuasión & comunicación. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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